Imponente y elegante, el toro de Osborne ha custodiado las carreteras españolas durante años, llegando a convertirse en una insignia del país. Pero, ¿qué hay detrás de ese símbolo? Un imperio de más de 200 años que nació en Cádiz y que hoy goza de reconocimiento internacional.
Con mi visita a sus bodegas en Malpica de Tajo, traigo un poco más de su historia y de cómo nace su producto estrella: los vinos.
Un poco de historia de Osborne
Thomas Osborne Mann, un comerciante inglés, fundó la primera bodega en el Puerto de Santa María, en Cádiz, a finales del siglo XVIII. Iniciando su producción con el reconocido Vino de Jerez, la compañía fue adquiriendo poco a poco otros productos y bodegas, como el Anís del Mono, las Bodegas Montecillo y la casa de embutidos Cinco Jotas.
En 1956 nació uno de los símbolos más icónicos de España: el Toro de Osborne, quien cuenta con una historia publicitaria que envidian muchas marcas actualmente. Además del brandy Carlos I y la ginebra premium Nordés, uno de sus proyectos vitivinícolas más importantes es el de las Bodegas de Malpica de Tajo, en Toledo, de los más importantes de Europa.
Bodega Osborne en Malpica de Tajo
La bodega está ubicada en el valle del río Tajo, entre la sierra de Gredos y los montes de Toledo, dentro de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vinos de la Tierra de Castilla, donde se encuentra el microclima ideal para el cultivo de la vid.
De sus 1.000ha, 736ha son de viñas divididas en 64 parcelas según el tipo de uva: desde varietales autóctonas de España como Tempranillo hasta internacionales como Cabernet Sauvignon o Merlot.
La visita a la bodega
Las visitas se realizan por grupos de lunes a domingo (necesaria reserva previa), y ofrecen dos tipos: la estándar, que tiene un precio de 10€/persona y la VIP, de 38€/persona. La principal diferencia es la cata posterior, pues la segunda ofrece cuatro copas de vino, en vez de tres, y productos de Cinco Jotas. Sin duda, la mejor época para la visita es la primavera.
El tour comienza con una proyección de 10-15 minutos en a que cuentan la historia de la empresa. Seguidamente, se realiza un pequeño recorrido por la viña en el que explican las diferentes variedades que allí se encuentran.
Tras la inmersión en la cultura de la empresa y la introducción a los diferentes tipos de uva y las diferencias entre cada una, un tren turístico nos acerca hasta la propia bodega, donde se inicia el tour de la Galería del Vino. Un larguísimo pasillo que recorre toda la Sala de Barricas, de fermentación, en el que nos explican detalladamente todo el proceso: desde el cultivo hasta el embotellado.
Por último, se presenta una galería de todos los productos con los que cuenta la compañía: desde un ejemplar de cada vino de la casa Osborne, a sus ginebras y brandis.
Lo mejor de la visita: la cata
Sin duda, la mejor parte para los amantes del vino, es el momento en el que degustas el producto del que has conocido todo el proceso. La cata se compone de tres fases: la visual (tienes que ver el vino sobre un fondo blanco para apreciar los colores), la olfativa (tras «menearlo», hay que descubrir sus diferentes aromas) y la gustativa (en la que más se disfruta).
Nosotros probamos un blanco (Solaz Verdejo) y tres tintos (Montecillo Crianza, Solaz Tempranillo Cabernet Sauvignon y Solaz Edición Especial), junto a un platito de jamón y queso Cinco Jotas, ¡que te ayudaban a disfrutar muchísimo más del vino!
En resumen, una experiencia muy agradable, sensorial, didáctica y que te introduce en la cultura de una de las mayores empresas españolas. Para los publicistas, en la «marca del toro». ¡Visita totalmente recomendada!